El obispo diocesano está cumpliendo una intensa tarea de acercamiento y acompañamiento de la comunidad. Al hospital fue en el marco de una actividad diocesana. En el penal celebró la misa de Navidad.
El obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, visitó enfermos y al personal del Hospital Interzonal General de Agudos, “Oscar E. Allende” de Mar del Plata, en el marco de la actividad de la carpa misionera que se instaló del 10 al 17 de diciembre. Acompañado del presbítero Héctor Bachmeier, capellán del hospital, recorrió los pisos y pudo acercarse a los enfermos, bendecirlos y a algunos darles la santa unción.
“Este es el mejor remedio para nosotros”, expresó profundamente emocionada una señora que estaba internada en el segundo piso y quiso también sacarse una foto con el pastor de la Iglesia Católica de Mar del Plata. “Rezaremos en la misa de las 12 por sus intenciones y para que pronto se mejoren”, manifestaba monseñor Mestre a cada enfermo acercándose a cada cama y a cada persona.
Minutos antes de las 12 bendijo la renovada capilla del Hospital Interzonal ubicada en el 2° piso, para luego dirigirse a la carpa misionera que se instaló en el predio del hospital. A las 12 comenzó la misa de clausura con gran cantidad de fieles, familiares de los internados en el lugar, y algunos niños que tomaron la comunión y fueron confirmados de manos del obispo.
El obispo también visitó la unidad penitenciaria N°50 para celebrar la misa de Navidad, bendecir a las mujeres que allí se encuentran y compartir un momento fraterno. Lo acompañó la hermana Helena Kuc, delegada para la pastoral penitenciaria, el padre Raúl Escudé capellán de la unidad penitenciaria, el seminarista Juan Marcos y miembros de la pastoral penitenciaria.
Monseñor Mestre saludó primero al personal de la unidad, bendiciéndolo. Posteriormente recorrió los pabellones bendiciendo personalmente a las internas y regalando a cada una, la imagen de un pesebre.
Minutos después presidió la misa en el SUM y durante la homilía expresó, “hoy Jesús quiere nacer en el corazón de cada uno de nosotros, ¿y cómo nace? como decía claramente el Evangelio y queda representado en el niñito que tenemos acá: un niño recién nacido, envuelto en pañales y recostado en un pesebre. El poder de Dios, la grandeza de Dios está presente en algo tan débil, tan pequeño como es un niño recién nacido envuelto en pañales y recostado en un pesebre”, describió el obispo.
Y luego habló a todas las internas sobre la libertad interior: “Hay gente que está afuera y no es libre, uno puede estar acá adentro y con Jesús tener un corazón libre, preparándose para la salida. Qué este sea un tiempo para ganar la libertad que verdaderamente vale la pena, que les va a permitir disfrutar a sus hijos, nietos, compañeros, lucharla, pelearla para conseguir un laburo. Esa libertad se gana en el corazón y esa libertad nos la regala Dios. Qué lindo poder vivir una Navidad con el corazón abierto a Dios, abierto al Niñito Jesús, envuelto en pañales y recostado en un pesebre; que trae paz, tranquilidad y que nos hace a todos profundamente libres”.
Y concluyó pidiendo “qué podamos liberarnos de todo lo que nos ata, no sólo estos muros, sino las ataduras más complicadas y jodidas, que son la ataduras de nuestro propio corazón. Por eso que al celebrar esta misa, al seguir cantando y orando, podamos tener presente el abrir el corazón al Niño Jesús que nos trae paz, tranquilidad y nos hace profundamente libres: Si abrimos el corazón desde adentro para prepararnos para que en el tiempo más corto que se pueda, gocen de la total libertad compartiendo con sus familiares la fuerza de Dios en el corazón, la fuerza que nos hace libres”.